Cuando las piedras te hablan,
sientes
en tu interior la magnitud de
este arte románico.
Esta escritura en piedra que
nos dejaron
los canteros medievales.
Tocar… acariciar estas viejas
piedras,
me ha dicho cosas, muchas
cosas
A través de este blog quiero recopilar las experiencias vividas en la infinidad de viajes que he realizado con
la familia y amigos por diversos puntos de nuestra geografía, que me han
servido, además de entretenimiento y diversión, para enriquecerme culturalmente gracias a la gran
cantidad de templos y monumentos que he tenido la suerte de contemplar durante las visitas realizadas a los más variopintos lugares donde hubiera un templo románico.
También quiero recordar la cantidad de
puertas a las que hemos tenido que llamar para visitar templos casi
desconocidos, las kilometradas realizadas para llegar a esas iglesias, el maltrato que he dado a mi coche y
al de mis amigos por caminos casi intransitables y las maravillosas personas que he ido
conociendo y tratando mientras recorría el verdadero e ignorado románico rural,
donde el amable señor o señora que se presta a dejar lo que está haciendo para
acompañarte a su iglesia, mientras se asombra de que alguien pueda haber
llegado hasta allí para visitar su templo.
Iglesia de Sobrepenilla en Valderredible
Lugares en los que pese a su sencillez en los que algunas veces solo se conserva una pequeña portada, algunos canecillos en el muro, o un insignificante resto románico, me han parecido dignos de ser visitados y admirados, no ciñéndome exclusivamente a los grandes templos. Todo esto es lo que quiero expresar en este espacio, por lo que espero que el que se digne leerlo no vea en él mi falta de conocimientos, sino la ilusión con que está escrito. De estas historias y leyendas saben mucho los viejos del lugar por lo que si dispones de tiempo suficiente, merece mucho la pena perder un poco escuchándolos.
Pero no solo estos pequeños pueblos han sido objeto de mi visita,
sino que también he recorrido otros con bastante solera, tanto de Cantabria como de varias provincias cercanas, sobre todo de Castilla-León, pero está claro que si he escoger, me quedo
con el encanto de esas minúsculas aldeas
de los valles de Liébana, Campoo,
Valderredible... por el encanto de sus pequeños templos rurales y por la riqueza en calidad y cantidad de las iglesias dispersas por toda la comarca del Besaya.
Colegiata de Santillana del Mar
Colegiata de San Martín de Elines
Hay que recorrer sin prisas cualquiera de estas comarcas, o todas
ellas, si llega el caso, pues supone, a la par de gozar de paisajes muy hermosos,
participar en la intensa melancolía que producen la gran cantidad de pueblos casi desiertos y abandonados,
con sus casas desventradas y sus templos saqueados, donde sus restos conviven con las
ortigas, los cardos y los espinos, creciendo frondosos entre sus muros
despostillados
En mis recorridos por esas tierras de Cantabria, Palencia, Burgos, Zamora, León Soria, Segovia, Ávila, Asturias, Álava, Navarra, La Rioja y Galicia, me han
ocurrido infinidad de anécdotas que me llevarían mucho tiempo y espacio poder
contar, pues me ha ocurrido de todo. Lo más curioso es el día que me pasé tomando fotografías sin darme cuenta de que
tenía la cámara averiada, hasta salir corriendo de algún pueblo perseguido por
varios perros que parecía que no les gustaba mi visita.
Pero bueno esos son pequeñas aventuras que no han enturbiado
para nada la satisfacción que he tenido cada
vez que visitaba unos restos románicos.
He podido visitar extraordinarias iglesias, como en Frómista,
Carrión de los Condes, Toro, Zamora... y catedrales como la de Santiago de Compostela, y Salamanca, pero también he
visto, minúsculas ermitas de apenas veinte metros cuadrados que también tenían
gran interés.
Si he de elegir alguna entre las que me haya impactado más,
escogeré dos, una de la provincia de Burgos y otra de la de Palencia. Se tratan de San Pedro de Tejada en Puente
Arenas y San Juan Bautista de Moarves de Ojeda, que a pesar de ser de reducidas
dimensiones, poseen en sus muros una extraordinaria riqueza en su
escultura. También merece la pena
destacar el extraordinario friso de la iglesia de Santiago de Carrión de los
Condes y la fabulosa colección de capiteles y canecillos de San Martín de
Frómista.
Lo más triste es que con la decadencia de la vida rural, después de
más de ocho siglos de resistencia, comprobamos con harta frecuencia que la
ruina avanza galopante y el fin se palpa ya, anunciado por las grietas y
desplomes de muros y bóvedas. Causa una enorme tristeza la gran cantidad de templos que encontramos en ruinas en esos pueblos que la gente ha ido abandonando y que nadie se ha preocupado de restaurar.
El principal
inconveniente que me he encontrado en nuestro camino, ha sido la cantidad de iglesias cerradas, unas porque solo
se abren en horas de culto y otras a causa del horario, que no coincidía con
nuestra estancia, aunque a decir verdad creo que he tenido suerte con los párrocos y los encargados de las llaves de las iglesias, pues han sido muy pocas en las que no hemos conseguido acceder al interior.
Pero bueno eso son pequeños problemas que no enturbian para nada el
objetivo propuesto.
Ruinas de Santa María de Padilla de arriba
El románico
Las Trompetas del Apocalipsis
“Y el quinto ángel tocó la trompeta, y vi, una estrella que cayó
del cielo a la tierra; y le fue dada la llave del túnel que lleva al abismo profundo…
“vi, un ángel que descendía del cielo, trayendo la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Tomó al dragón, la serpiente antigua que es el diablo, Satanás, y le encadenó por mil años.
Lo arrojó al abismo y cerró, y encima de él puso un sello para que no extraviase más a las naciones, hasta terminados los mil años, y después de los cuales será soltado por poco tiempo.
Vencido
este plazo, Satanás será soltado y saldrá a extraviar a las naciones.”…
Con el sonido de la sexta trompeta, quedan liberados los cuatro
ángeles. Que aparecen sobre la superficie del lago Éufrates, ataviados con
armaduras, espadas y lanzas; están preparados para matar a la tercera parte de
los hombres…
Fueron sueltos los cuatro ángeles, que estaban preparados para la
hora, y para el día, y para el mes, y para el año…
(Apocalipsis, 9:)
Durante mucho tiempo se habla del cambio de milenio y eso induce a los cristianos de la Edad Media a abandonar todo lo que poseen de este mundo y aprestarse a rendir cuentas al reino de Dios. Las señales que se perciben no dejaban lugar a dudas e indican el tiempo que el hombre debía esperar sobre la tierra hasta que llegase su hora. Por lo que el miedo por el fin del milenio se adueñaba del hombre medieval, que ya había tenido que soportar una gran cantidad de plagas y hambrunas, sumido en la más absoluta pobreza.
Pero cuando se acaba la tortura que padecían por el miedo al cambio de milenio y veían que no sucedía nada de lo que habían pronosticado, comienza a renacer el optimismo entre la gente y en ese nuevo clima empiezan a construirse gran cantidad de iglesias y monasterios que se extienden por todos los lugares. Este resurgimiento social y espiritual es el que hace revivir entre el clero una auténtica fiebre de construcciones románicas.
Un templo románico pretendía ser una construcción compacta que
pudiera soportar una estructura abovedada de piedra, y para levantar sus muros los canteros colocaban dos hileras de sillares de gran grosor cuyo hueco se rellenaba con cascotes
y argamasa, con lo que se conseguía cimentar el muro y darle gran consistencia. A medida que estos muros iban creciendo en altura
se hacían indispensables unos andamios de madera que disponían de unas poleas por las que
los canteros y albañiles subían los sillares que habían tallado en el suelo.
El maestro cantero vigilaba en todo momento las obras y la correcta
colocación de los sillares y alguno de estos maestros dejaron impreso su
nombre, como Pedro Quintana en Yermo,
Juan de Piasca en Rebolledo de la Torre, Micaelis en Revilla de Santullán, o el maestro Mateo en
la catedral de Santiago de Compostela.
Portada de la ermita de San Pedro de Tejada
Portada de la iglesia de Santa María de Estíbaliz
Portada de la iglesia de la Magdalena en Zamora
Los elementos del
edificio donde los escultores se esforzaron más en la decoración fue en las
portadas, en los capiteles, en los claustros, en las ventanas y en las
cornisas, donde podemos contemplar verdaderas obras de arte. Mención aparte merecen las
portadas ornamentadas con una serie de molduras o arquivoltas progresivamente
rehundidas que apoyan sobre impostas o cimacios que a su vez lo hacen sobre
columnas encapiteladas.
Alguna de estas portadas,
como podemos ver en las iglesias de Yermo, El Vigo, Cervatos y otras muchas más
suelen llevar un tímpano situado entre el arco y el dintel, donde se desarrollan
verdaderas obras de arte, con temas tan característicos en el románico como el Cristo
en Majestad, o Pantocrátor, envuelto en una mandarla, a la que rodea el Tetramorfos
formado por los Evangelistas. Vemos también temas profanos como el de Santa María de Yermo en el que se representa la lucha de un caballero contra un dragón.
Las ventanas abiertas en los muros son interesantes elementos del
templo concebidos para la iluminación del interior del recinto y suelen rematar en un pequeño arco de medio punto. Sin embargo en el siglo XII coincidiendo con
el Románico Pleno estas ventanas se realzaban en la mayoría de los casos
mediante una arcada tipo portada con sus correspondientes columnas y
capiteles. También abundan las ventanas
de aspillera, saeteras y con parteluz.
Los campanarios de los templos románicos son
unos puntos que
dominan todo el territorio
precisamente para que el
sonido de las campanas llegue a los lugares más alejados
posibles. Eran la comunicación entre Dios y el pueblo. Puede ser una pared colocada
regularmente en el muro occidental, y que sería la espadaña, con una o varias
troneras para alojar la campanas, o también una
torre cuadrada de varios pisos y con ventanas simples o geminadas. Esta torre cuadrangular se suele ubicar en diferentes partes del
templo, ya sea en los laterales, o sobre el crucero.
Claustro del monasterio de Villamayor de los Montes
Capitel del claustro del monasterio de San Andrés de Arroyo
El claustro se puede considerar el elemento románico exclusivo del
mundo monacal o catedralicio y era el
corazón de la vida de los monjes. En él confluían
la sala capitular y las demás dependencias de la casa. Especial atención merece el claustro de Santo
Domingo de Silos, ya que este bellísimo monumento eclipsa a todos los demás. También merece la pèna destacar el claustro de estilo cisterciense del monasterio de San Andrés de Arroyo.
Claustro descubierto de San Juan de Duero en Soria
No nos olvidemos del claustro de la Colegiata de Santa Juliana, en Santillana del Mar, que se cita
entre los más bellos del románico, por la calidad de los capiteles que recorren sus crujías. Otro buen ejemplo por su singular belleza lo podemos encontrar en Soria. Se trata del
claustro descubierto de San Juan de Duero, que junto a su iglesia es lo único
que queda en pie de un antiguo monasterio medieval que fue construido en el siglo XII a la vera
del río en las cercanías del Monte de las Ánimas.
El uso de las galerías porticadas fue derivando hacia una
utilidad cívica como marco para las reuniones de los concejos rurales, aunque
sin menoscabo de su papel litúrgico como atrio. La
celebración de estas reuniones concejiles en el entorno del templo se mantuvo
en vigor durante toda la Edad Media. Sin duda la galería porticada
de Rebolledo de la Torre en Burgos es una de las más importantes, a pesar de su
lejanía respecto a las tierras del Duero que es donde se concentran el mayor
número de estos elementos.
Galería porticada de Rebolledo de la Torre
Los pórticos son espacios diseñados en su origen en las iglesias
rurales para protegerse de las inclemencias del tiempo. Estos pórticos fueron
evolucionando en las galerías porticadas típicas del románico castellano. Sobre la funcionalidad de estas estructuras, se ha aludido a un uso funerario desde sus orígenes prerrománicos. Por desgracia, la mayoría de las galerías porticadas han sido alteradas y rara vez podemos encontrar restos de las lápidas funerarias que en aquellos tiempos pudieron existir
Los capiteles cumplen una doble función: estructural e
ilustrativa. En él se apoyan los arcos
que sostienen las bóvedas, las arquivoltas que decoran las portadas y ventanas,
y las galerías porticadas; también se
ubican bajo las cornisas, cumpliendo la misma función que los canecillos. Desde el punto de vista estético, el capitel
románico deriva del clásico corintio, De modo que uno de los motivos más
utilizados es la vegetación, y especialmente aquella basada en el acanto. Sin embargo hay multitud de capiteles con temas
historiados e iconográficos en los que nos presentan la realidad de la vida cotidiana.
Cornisa de San Pedro de Tejada
Especial interés tuvieron los canteros medievales en decorar los aleros de los templos. La mayoría de las cornisas decoradas se
adornan con ajedrezado, rombos o
zarcillos. Los canecillos se cuentan
por miles y son de una enorme variedad, con una temática muy diversa. No se han
escatimado alusiones a monjes, pastores, músicos, bailarines, figuras obscenas
y provocativas. Varias iglesias cántabras se llevan la palma en cuanto a representaciones eróticas en sus canecillos y capiteles. Han tenido que pasar
muchos años para que tomemos conciencia de este arte.
Canecillo del alero de la iglesia de Butrera
Canecillo del alero de la galería de Rebolledo de la Torre
El románico cada vez nos
interesa más, y al cabo de muchos años de ignorarlo, se ha caído en la cuenta
de que es una manifestación de arte, de verdad y de misterio. Acumula historia
y al ser un arte eminentemente simbólico se hace atractivo para los que lo
contemplamos y se convierte en un arte didáctico, del que se valieron los canteros medievales para enseñar a aquellas personas en su mayoría analfabetas de los males del pecado. Nació para enseñar, por eso al contemplar
este arte, no tenemos que ver solo muros y formas, sino que cuando visitamos un templo
románico debemos intentar desentrañar el misterio y el mensaje que los escultores
nos dan, a través de estas piedras.
El Románico en Palencia
Carrión de los Condes
Iglesia de Santiago
En el centro de Carrión de
los Condes se puede contemplar esta iglesia de Santiago, que fue construida en
el siglo XII, y de lo poco que conserva de esta época destaca sobre todo su
espléndida fachada, sin duda el mejor ejemplo románico que existe en la provincia de Palencia y
quizá de toda España.
En ella se abre una portada con arco de medio punto y arquivolta
figurada, con la representación de 22 oficios de la época, que se apoya en dos columnas, cuyos capiteles
representan el bien y el mal. La primera figura, empezando por la izquierda, es
un pañero, después vienen varias con actividades relacionadas con la acuñación
de monedas, un escriba, un monje, un tañedor de salterio, un juez con bonete,
un zapatero, un juglar, un sastre, etc.
Los fustes de las columnas muestran talla geométrica y vegetal
dispuesta en zigzag. Dos ángeles de cuerpo entero, afrontados en su tercio
superior, portando el de la derecha, una filacteria.
Sobre la interpretación de los capiteles de la portada no hay acuerdo.
En lo relativo al capitel de la izquierda se observa, en la cara exterior, a
dos figuras con hábito y manto, introduciendo una mano en la cabeza de león con
fauces abiertas y con la otra sujetando por la capa a un patético personaje.
Una línea de imposta con motivos antropomorfos y vegetales entre
vástagos enlaza con una chambrana de
racimos de vid que cierra el conjunto.
Por encima vemos un
magnífico friso que representa a Cristo
en Majestad, que viste túnica y
manto de ricas guarniciones; en su mano izquierda porta el Libro de la Vida,
mientras que con la derecha, hoy desaparecida, debía bendecir.
Este Pantocrátor
está rodeado por el Tetramorfos, o sea,
los cuatro evangelistas según la visión del profeta Ezequiel: el ángel
de Mateo, el león de Marcos, el águila de Juan y el toro de Lucas.
A ambos lados de este motivo se extiende el Apostolado bajo arcos
trilobulados separados por columnas. Tras ellas unos arcos que deben entenderse como la representación
de la Jerusalén Celeste.
Santa María del Camino
Esta iglesia románica fue construida a mediados del siglo XII y desde su construcción, se dedicó a la Virgen de las Victorias, alusión a la derrota sufrida por los musulmanes, cuando llegaron a Carrión a cobrar el “Tributo de las Cien Doncellas”. Más tarde, se llamó de Santa María del Camino por estar al lado de la ruta jacobea, y desde entonces se conoce con ambos nombres.
Santa María del Camino
Carrión de los Condes
Esta iglesia románica fue construida a mediados del siglo XII y desde su construcción, se dedicó a la Virgen de las Victorias, alusión a la derrota sufrida por los musulmanes, cuando llegaron a Carrión a cobrar el “Tributo de las Cien Doncellas”. Más tarde, se llamó de Santa María del Camino por estar al lado de la ruta jacobea, y desde entonces se conoce con ambos nombres.
Esta iglesia, construida en buena piedra de sillería, es de grandes
dimensiones si se compara con otros templos románicos de la provincia. Tiene
planta basilical y se ajusta al tipo románico inicial, con influencias
francesas debido, seguramente, al paso de los peregrinos hacia Santiago.
El ábside mayor fue derribado siglos después, para levantar uno barroco. Aún podemos ver el arranque del primitivo
ábside románico con sus columnas y capiteles. No se ve el ábside septentrional
por estar oculto por los edificios
cercanos, y solo el del sur se puede ver desde la calle.
La portada se abre en el muro del mediodía; es pequeña, entre dos
arbotantes. Es en esta portada donde podemos
ver la decoración más interesante, aunque por desgracia está bastante deteriorada
además de que su ejecución es bastante tosca.
Esta portada meridional, se comienza a construir hacia el año 1130
y la forman cinco arquivoltas de medio punto en las que se alternan orlas
ajedrezadas con una tosca guirnalda vegetal. Dos de estas arquivoltas se apoyan en cuatro capiteles historiados que
parecen hacer alusión al célebre tributo de las cien doncellas, donde vemos
hombres barbados y varias mujeres.
La puerta de entrada está flanqueada por cuatro ménsulas que tienen
forma de cabezas de toro. En las enjutas a la izquierda
se representan dos jinetes que bien
podrían ser Sansón o David sobre un león y a la derecha, un caballero cuyo
caballo pisa a un hombre en el suelo que podría ser Santiago matamoros.
En el largo friso superior se representa el ciclo completo de la
Epifanía. Comienza con el rey Herodes que parece estar dando órdenes para la
matanza de los inocentes. A continuación vemos a dos de los Magos, y luego al
otro dirigiéndose a Herodes. Finalmente se puede apreciar una imagen de la
Virgen sentada en un trono con el Niño descabezado en su regazo recibiendo las
ofrendas.
A los pies de la iglesia, en
el muro oeste, podemos ver una portada con tres arquivoltas de medio punto, de
las que la central apoya en capiteles historiados y columnas lisas sin
decoración. Por encima vemos una hornacina que albergaba una Virgen en madera que ahora
se cobija en el interior. En su lugar se
colocó una réplica de piedra
Monasterio de San Zoilo
Carrión de los Condes
La historia de este monasterio se remonta al año 948 cuando el
abad Teodomiro, convivía en el actual emplazamiento con una pequeña comunidad
de monjes, entonces denominado San Juan Bautista o San Juan tras el Puente,
pero cambió de advocación en el siglo XI con la llegada desde Córdoba de las
reliquias del mártir San Zoilo por los Condes de Carrión, los cuales promueven la construcción del
monasterio, que es cedido a la orden de Cluny en el año 1076.
A finales del siglo pasado, concretamente en el año 1993, durante
las obras realizadas debido al mal estado del monasterio, se descubre en la
sala galilea una portada románica de los siglos XI y XII, que había permanecido
oculta tras los muros, desde la construcción de la actual iglesia entre los
siglo XVI y XVII, y por este motivo ahora podemos contemplarla en un
extraordinario estado de conservación, por lo que es uno de los mejores
ejemplos del románico cluniacense.
La portada consta de cinco arquivoltas y destacan en ella los
fustes de las columnas que han sido realizados en mármol. De estas arquivoltas,
la segunda y cuarta están decoradas con boceles o baquetón y las otras tres son
de biseles sin decorar. Los cimacios de los capiteles se decoran con palmetas, formando
un friso continuo.
Destacan sus magníficos capiteles de una gran calidad escultórica, labrados por tres de sus caras, que están datados en el año 1100. El capitel exterior de la izquierda representa según las teorías o el traslado del alma de un difunto protegiéndolo de una bestia, o la llegada de las reliquias de San Zoilo al monasterio.
Destacan sus magníficos capiteles de una gran calidad escultórica, labrados por tres de sus caras, que están datados en el año 1100. El capitel exterior de la izquierda representa según las teorías o el traslado del alma de un difunto protegiéndolo de una bestia, o la llegada de las reliquias de San Zoilo al monasterio.
En el capitel interior se muestran monstruos alados con cola
serpentiforme en disposición vertical, probablemente dragones, que simbolizan
al demonio.
En la parte derecha de la portada, en el capitel interior se
representa el pasaje veterotestamentario de Balaam y la burra, siendo detenidos
por el Ángel del Señor con una espada.
Por último, el capitel más exterior representa una escena de dos
hombres trabajando en la viña. Se dice con frecuencia que se trata de una
vendimia, si bien los operarios trabajan más bien en lo que parece la
importante tarea de la poda.
Hay que tener en cuenta que además de una de las tareas básicas
del agricultor medieval, en los Evangelios aparecen parábolas relacionados con
las viñas:
San Martín de Frómista
Donde hoy se encuentra esta bella iglesia de Frómista hubo en el siglo XI un antiguo monasterio fundado por Doña Mayor de Castilla, según declara su testamento fechado en 1066 en el que deja en herencia parte de sus bienes para construir un nuevo cenobio y su iglesia. Aunque hoy se desestima esa cronología tan temprana y se cita a principios del siglo XII la fecha del inicio de su construcción.
La iglesia de San Martín de Frómista presenta planta basilical de
tres naves, la central más ancha y alta que las laterales, crucero y una cabecera de tres ábsides semicirculares. Destaca la altura del cimborrio octogonal sobre
el crucero.
Al exterior, presenta muros sólidos donde se abren bellas ventanas
de medio punto, y elementos estructurales de una gran nitidez constructiva. Vemos
esa rica ornamentación que recorre sus muros que efectivamente resulta bellísima:
Por un lado el ajedrezado jaqués decorando arcos e impostas, las arquivoltas alrededor de las ventanas, las columnitas
acodilladas, los capiteles historiados, y lo que es más impresionante, sus 315 canecillos que reproducen lo mejor y más
selecto programa del románico español.
En sus muros se abren tres portadas, una en la parte occidental y
las otras dos, en los muros norte y sur.
Destacan por su sencillez y sus arquivoltas casi lisas, al contrario que
los aleros que se sitúan por encima están ricamente decorados con ajedrezado
jaqués y canecillos figurados.
En el hastial occidental podemos ver dos torres cilíndricas, cosa
no muy frecuente en el románico castellano, aunque en Cantabria tenemos varios
ejemplos en las colegiatas de Santillana y San Martín de Elines.
Si contemplando el exterior de Frómista te quedas perplejo una
sensación mucho mayor tienes cuando entras en el interior de la iglesia. La sobriedad que se observa y su rigor
ornamental, quizá debido a su restauración, con esas naves desnudas que nos permiten
ver con mayor claridad la obra escultórica de todos sus capiteles.
La decoración labrada en los
capiteles es de enorme interés, en los que se intercalan temas historiados,
zoomórficos y vegetales, aunque algunos son réplicas restauradas de los
originales. Por un lado están los historiados, que muestran
escenas de la mitología cristiana y otras extrañas de compleja interpretación,
aunque sin duda para el hombre medieval debieron de tener un significado claro.
Vemos escenas de; La adoración de los
Reyes Magos, El prendimiento de Cristo, La fábula de la zorra y el cuervo, Hombres
cabalgando leones, Una escena de luchadores, la Orestiada, etc.
Muchos de estos capiteles son reproducciones del original que al
encontrarse en muy mal estado fue imposible la restauración. Algunos capiteles originales los podemos ver en el Museo Arqueológico de Palencia.
Villalcázar de Sirga
Santa María la Blanca
Bastante antes de llegar a Villalcázar de Sirga en la Tierra de Campos palentina se empiezas a vislumbrar su iglesia de Santa María la Blanca, que es uno de los templos más relevantes del Camino de Santiago, aunque en principio el camino no pasaba por aquí, sino por la cercana población de Arconada. Aquí se fundó una de las encomiendas más antiguas de los Templarios en Castilla.
Parece que la iglesia comenzó a levantarse en los años finales
del siglo XII en un periodo de implantación del gótico aunque todavía muestra, lógicamente,
características románicas, en una mezcla propia de los periodos de transición.
La iglesia de Santa María la Blanca está levantada con grandes
sillares, y destacando los gruesos contrafuertes que soportan los empujes de
las naves. Tiene una puerta lateral que
abre en el cuarto tramo de la nave del evangelio compuesta por un sencillo arco
apuntado.
La fachada meridional destaca por su monumentalidad, con un
pórtico de igual altura que la nave central cubierto con crucerías que se cree
que es lo que queda de un pórtico que ocuparía toda esta fachada sur del templo
y que cobija dos portadas, una abierta a la nave del Evangelio y otra al
crucero de ese mismo lado para dar acceso a la Capilla de Santiago. Ambas son obras del siglo XIII.
La portada principal está formada por cinco arquivoltas
apuntadas con figuras colocadas al modo gótico, entre las que vemos ángeles,
músicos, santos, clérigos, etc. Estas arquivoltas descansan sobre capiteles de decoración vegetal y jambas
lisas.
Por encima de esta portada podemos ver dos frisos que, salvando
las distancias, recuerdan a los románicos de San Juan Bautista de Moarves de
Ojeda y de Santiago en Carrión de los Condes, con una galería ciega de arcos
trilobulados que cobijan figuras. En el inferior se ha representado una
Epifanía, con la Virgen Blanca en el centro, acompañada por San José, y una
Anunciación.
En el friso superior aparece en su parte central un Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos y a cuyos lados están los Apóstoles, de los que solo han quedado diez, pues faltan dos del lateral derecho, que desaparecieron al construirse la Capilla de Santiago en el siglo XIV.
La portada de la Capilla de Santiago sigue el mismo esquema pero
es más pequeña, con tres arquivoltas, y no presenta friso superior. Esta
capilla fue financiada por un caballero de la Orden de Santiago y construida en
el tramo del transepto de la Epístola y lleva un gran rosetón que ilumina todo
el crucero.
En el friso superior aparece en su parte central un Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos y a cuyos lados están los Apóstoles, de los que solo han quedado diez, pues faltan dos del lateral derecho, que desaparecieron al construirse la Capilla de Santiago en el siglo XIV.
En esta capilla se exponen varios sepulcros, uno de ellos es del
caballero de la Orden de Santiago don Juan Pérez, pero los más impresionantes, son
los que están fechados a finales del siglo XIII, que corresponden al infante
don Felipe de Castilla y de su segunda esposa.
También se encuentra la conocida como Virgen de las Cantigas o
Virgen de Villasirga, una escultura gótica realizada en piedra en el siglo XIII
y policromada, es una Virgen sedente con el Niño en su regazo sujetándolo con
el brazo izquierdo.
Monasterio de San Andrés
de Arroyo
Este monasterio cisterciense se encuentra situado en la comarca de Ojeda. Según la tradición el nombre del monasterio viene de una leyenda que decía que en el arroyo que corre cerca del monasterio se encontró una imagen de San Andrés y de ahí le viene el nombre. Fue fundado por la condesa doña Mencía aunque no se conoce exactamente en qué fecha.
La portada de acceso a la iglesia, es abocinada, y se abre con cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas. Se decoran con baquetones y escocias de forma alternativa, y la más interna presenta un de doble bocel entrelazado, formando rombos calados, que parecen característicos de este monasterio, donde lo vemos repetido en otra portada del claustro. La arquivolta exterior lleva una decoración de grandes dientes de sierra.
Estas arquivoltas se apoyan en columnas acodilladas de fustes lisos, excepto la más interior que lo hace sobre columnas dobles. En los capiteles que coronan estas columnas podemos ver varios motivos vegetales, con hojas de acanto y palmetas.
Sin ningún lugar de dudas el elemento más espectacular y bello del monasterio, es su fabuloso claustro con una serie de detalles que lo hacen único. Como ya sabemos, las normas del Císter prohibían los adornos figurados en todos sus monasterios, más allá de los motivos vegetales y geométricos.
Pero esa prohibición fue un acicate para los escultores que trabajaron en Arroyo, que desarrollaron toda su fantasía en la labra de los capiteles, con sus calados a trépano casi imposibles, llegando a la máxima expresión en los capiteles situados sobre las columnas de dos de las esquinas del claustro.
De las cuatro galerías originales hoy solo sede conservan tres del primitivo claustro del siglo XIII, la otra fue sustituida en el siglo XVI por una panda de estilo renacentista. Las galerías originales que se conservan se componen de 16 arcos las situadas en el norte y el sur, pero la que vemos en crujía oeste tiene 18, por lo que le da al claustro un aspecto de ser trapezoidal.
Todas estas galerías se configuran de forma similar, con un zócalo de perfil abocelado, en el que se apoyan la serie de columnas dobles que a su vez sostienen las arquivoltas apuntadas decoradas con baquetones coronados por un guardapolvo de nacela sin decorar.
Si en todas las pandas de las galerías vemos dobles columnas apoyando a los arcos no ocurre así en las esquinas donde aparece una columna única pero con el fuste mucho más grueso. La del ángulo noroeste es espectacular, decorada con un doble zigzag de molduras cóncavas y convexas, apareciendo en cada uno de los vértices del zigzag adornos de pequeños círculos y flores de seis pétalos.
La joya de este claustro es el capitel que corona esta columna, con adornos vegetales trepanados en los que se han tallado hojas de nenúfar terminadas en bola, acabadas por la parte superior con una fina nacela. Aparece también un tallo de forma casi circular formando una espiral del que brotan cinco hojas nervadas.
En el resto de los capiteles vemos varios temas vegetales, como hojas que terminan en bola, hojas de helecho, hojas de acanto, hojas entrelazadas unidas por volutas, etc. Casi todos los cimacios que corren por encima de los capiteles están decorados con series de arquillos sobre los que corre por la parte superior una fina moldura aboceladas.
En la panda norte podemos ver tres portadas que comunican con el templo, la de la derecha la se abre por medio de tres arquivoltas ligeramente apuntadas decoradas con baquetones y escocias y perfiles de bocel. La exterior con grandes dientes de sierra calados y en la más interna vemos un bocel formando rombos. La puerta abierta en el centro de la panda, tiene tres arquivoltas de baquetón y escocias que se alternan, careciendo de otra decoración.
La sala capitular que se sitúa en la galería este del claustro tiene su acceso por medio de una portada central rodeada de dos ventanales a cada lado, donde vemos varios grupos de columnas acodilladas que sostienen las arquivoltas, tanto del acceso, como de los ventanales. Estas columnas sostienen una variada colección de capiteles de temática vegetal muy estilizados.
Entrando en el interior de la sala capitular podemos unos sarcófagos entre los que está el de doña Mencía primera abadesa del monasterio, que está asentado sobre basamento decorado con leones, Es de piedra, y está adornado por los laterales con seis escudos de la familia Lara. En la cabecera del sepulcro vemos esculpida una representación del calvario, con la cruz puesta en el centro y flanqueada por dos ángeles en la parte superior. También vemos escenas de la Epifanía
San Juan Bautista
de Moarves de Ojeda
La iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda es uno de los
monumentos románicos más impresionantes de la provincia de Palencia, construido
en la segunda mitad del siglo XII. Destaca sobremanera su fachada meridional
donde se abre la portada principal y un fabuloso friso con un Pantocrátor
rodeado por el Tetramorfos y a sus lados una bello apostolado.
No se conoce la identidad del escultor, pero por
su estilo, se puede asegurar que sigue las normas del maestro que talló
el friso de Carrión de los Condes, aunque su calidad no llega a la del conjunto
carrionés. Donde los escultores alcanzaron la perfección es en los pliegues de
los mantos, en el rostro, el cabello y la barba del Cristo en Majestad.
El conjunto del friso sigue la composición habitual, de la «Maiestas
Domini» o Cristo en Majestad. En el centro envuelto en una mandorla podemos ver
la figura de Cristo. Se muestra con la mano derecha alzada, en actitud
de bendecir, mientras que con la izquierda sostiene el Libro de la Vida.
Por esta actitud, la figura
de Cristo en majestad es también conocida como «Pantocrátor». Está flanqueado
por cuatro figuras que forman el Tetramorfos, que representa a los cuatro evangelistas:
Vemos como un ángel representa a San Mateo, un águila a San Juan, un buey como San Lucas, y un león como San Marcos.
Por último, vemos una serie de figuras dispuestas horizontalmente a
cada lado de Cristo que representan a
los doce apóstoles. Estos portan, como es habitual, los atributos que los
identifican, como pueden ser libros, filacterias o cruces. La técnica en la
talla de este apostolado es mucho más modesta que las figuras centrales.
Pero no solo este extraordinario friso merece la pena observar en
este templo, pues todos sus capiteles están ricamente decorados con escenas que
representan figuras animales y humanas, incluso músicos, junto con otros temas
vegetales que destacan por su tallado.
La portada principal se abre con un arco de medio punto y está
formada por cinco arquivoltas decoradas con motivos geométricos y vegetales,
como ajedrezado jaqués, baquetones, hojas de acanto y palmetas.
Apoyan estas arquivoltas en
capiteles decorados con diversas figuras de bailarinas, músicos tocando el
rabel, un personaje sedente y una escena de Sansón que coinciden con capiteles
decorados.
Los del lado derecho llevan
temas vegetales como hojas de acantos; guerreros con escudos y espadas; una
lucha entre un león y dos hombres y una pareja leyendo un libro.
En el muro sur a ambos lados de la portada principal podemos ver dos bellas ventanas de medio punto con arquivolta, guardapolvo y cimacios ricamente decorados con motivos geométricos y vegetales, sobre todo la derecha. Las arquivoltas descansan sobre buenos capiteles figurados y vegetales.
Vemos también una buena pila bautismal junto al altar colocada
sobre una base circular y su cuba troncocónica, decorada con un motivo muy
similar al del friso exterior; Un Cristo
sedente con un libro, entre un apostolado cobijado en arquerías. Esta pila ha sido restaurada recientemente y
la han tenido que poner un aro metálico en el borde de la cuba para evitar su
rotura.
Revilla de Santullán
San Cornelio y San Cipriano
Esta pequeña iglesia rural de Revilla de Santullán es una
construcción románica del siglo XII que ha llegado hasta nosotros con muy pocos
cambios con respecto a la edificación original.
Presenta una única nave, con presbiterio plano y con bóveda de cañón
apuntado y un ábside semicircular con bóveda de horno, separados de la nave por
medio de un arco triunfal decorado con capiteles historiados; el izquierdo
representa al profeta Daniel en el foso de los leones y el derecho, un ángel
sobre caulículos.
Por el exterior el ábside está articulado por medio de
contrafuertes prismáticos que lo dividen en tres calles o lienzos.
Horizontalmente no lleva separación de cuerpos por una imposta como es
habitual. En la calle central se abre
una ventana decorada con una arquivolta de baquetón y escocia, con bolas en el
interior que está flanqueada por dos columnillas con capiteles bastante toscos
en los que vemos una pareja de aves y leones afrontados. En el muro sur del presbiterio, casi oculta
por la sacristía del siglo XVI, podemos ver otra ventana todavía más sencilla,
con capiteles vegetales.
La mayor parte de la decoración escultórica del templo, parece ser
que centró en su magnífica portada, protegida por un pórtico ya muy posterior,
que sin duda ha permitido que hoy la podamos contemplar apenas erosionada. En
la decoración de esta portada se ve claramente que ha sido realizada al menos
por dos talleres diferentes
Está conformada con un arco ligeramente apuntado en el que abren
sus seis arquivoltas en las que aparecen dientes de sierra, boceles, y escocias. Pero hay una que destaca sobre manera, la
segunda comenzando por el interior que tiene una magnífica representación de la
Última Cena, con Cristo en el centro bendiciendo y los apóstoles puestos
simétricamente a su alrededor, colocados de dos en dos por dovela. En uno de estos apóstoles se ve la inscripción
de Bartolomé. En los extremos bajo unos
arcos de mayor tamaño, a la izquierda un personaje de largos cabellos y en la
dovela opuesta la representación del escultor autor de la portada, con la
inscripción MICAELIS ME FECIT, grabada en el arco.
Estas arquivoltas están apoyadas en fustes cilíndricos coronados
por una extraordinaria colección de capiteles cuyos motivos son; comenzando por la parte izquierda vemos en
primer lugar una pareja de grifos afrontados; una representación de Sansón con
un león y un dragón a su lado; un centauro con arco y flecha con un león
acosándole; los dos siguientes, parejas de animales fantástico afrontados; una
pareja de arpías encapuchadas. En la
jamba se representa la lucha de un caballero armado contra un león.
El lado derecho comienza con la representación de las Tres Marías y
un ángel ante el sepulcro de Cristo;
siguen dos capiteles vegetales; en caballero atacando a un dragón; un
león atacado por una serpiente; y por último otro capitel vegetal de hojas
carnosas.
En la bóveda del ábside y presbiterio permanecen los restos de
pinturas datadas en torno a 1475-1500, retocadas en el siglo XVIII; en ellas
aparecía un ciclo de la infancia de Cristo.
Santa Eufemia de Cozuelos
Olmos de Ojeda
En el lugar donde hoy podemos ver esta iglesia de Santa Eufemia,
hubo allá por el siglo X un antiguo monasterio de patrimonio real y su primera
mención aparece en fecha de 946 como una comunidad bajo el nombre de San Cosme, San Damián y
Santa Eufemia. La iglesia, que es el
único resto conservado del primitivo monasterio fue edificada con buenos
sillares de arenisca
.
Parece que esta iglesia fue construida en varias etapas, la primera
a inicios del siglo XII, en la que construiría la cabecera, una intermedia en las
décadas finales de ese siglo con la edificación del crucero y el cimborrio y la última, ya entrado el siglo XII,
en que se construiría la nave.
Por el exterior en la cabecera destacan los tres ábsides
semicirculares, el central más ancho y alto que los laterales. El del lado del evangelio
está dividido por un contrafuerte que llega hasta la cornisa. El central se articula por medio de dos contrafuertes que
dividen cada una de las tres calles.
En cada lienzo se
abre una ventana de muy buena calidad, con arquivoltas, guardapolvo, capiteles
y fustes. La de la izquierda lleva dos
arquivoltas de baquetones y escocias con bolas incrustadas, El guardapolvo es
de ajedrezado jaqués, así como los cimacios, que se extienden por todo el
contorno del ábside.
En los capiteles vemos; un
águila con las alas explayadas en la izquierda mientras el derecho lleva
decoración vegetal. Las otras dos
ventanas son exactamente iguales y solo cambia la decoración de los capiteles.
El ábside de la epístola es similar al del evangelio.
En el muro se abre la portada principal y que, en origen, funcionaba como acceso de la iglesia al desaparecido claustro. Se articula mediante dos arquivoltas ligeramente apuntadas que están decoradas; la exterior, con elegantes calados vegetales, y la interior, con un zigzagueado muy del tipo andresino.
Apoyan estas arquivoltas sobre columnas cuyos capiteles, claramente
influidos por el cercano monasterio de San Andrés de Arroyo, en los que podemos
ver una delicada ornamentación vegetal, destacando en el lado derecho en una de
las cestas, dos arpías afrontadas. Cubre el conjunto de la puerta un guardapolvo
de baquetones y escocias.
La fachada occidental está delimitada por dos enormes contrafuertes
aproximadamente hasta la mitad del muro, donde disminuyen antes de llegar al
último cuerpo, en el que se sitúa una espadaña triangular muy similar a las que
venimos viendo por la zona y un gran ventanal de medio punto con arquivolta de
baquetones y columnillas muy estrechas en donde apoyan unos capiteles de clara
ascendencia andresina. Por debajo se abre otra puerta de acceso
extremadamente sencilla.
Vallespinoso de Aguilar
Santa Cecilia
Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar es una de las
joyas del románico de la Montaña palentina, es una construcción del siglo XII enclavada en un bello paraje, en lo alto de una peña, para que destaque mejor. Es un pequeño templo de una sola nave rematada con un ábside semicircular y un presbiterio recto.
En el muro sur, entre la portada y el ábside, destaca una torre cuadrada en la base pero que se vuelve circular cuando va ganando altura y en su interior cobija una escalera de caracol que sube hasta la pequeña espadaña en la que se abre una tronera muy sencilla y sin campana.
Se ven muy pocos canecillos, todos bastante sencillos, salvo los que sostienen el ábside y el presbiterio en los que podemos apreciar una especie de águila con una culebra enroscada a su cuello, un músico con un instrumento musical, un ave que parece un águila, un conejo, etc. En cada calle del ábside se abre una ventana, de las que solo la central está decorada con un par de capiteles que muestran una pareja de grifos el izquierdo y arpías del derecho.
En el interior destaca el arco triunfal que apoya sobre un par de capiteles también magníficos; en el lado del evangelio vemos una representación de Sansón desquijarando al león, vestido con túnica corta cabalgando la fiera, mientras un personaje agarra la cola del león. El capitel de enfrente se decora con cuatro grifos rampantes afrontados de dos en dos.
En los muros laterales del presbiterio se abren sendas
arquerías, apuntadas y trilobuladas, con tres capiteles cada una que descansan
sobre columnas, la central pareada. La
de la izquierda presenta en el centro, un capitel bastante deteriorado en su parte
inferior con una figura que parece portar una bolsa al cuello, y que lleva una
argolla sujeta a una cadena. Parece ser
la representación del avaro.
En la galería del muro sur
vemos en su parte central un capitel finísimo muy bien conservado; se decora
con dos espirales de hojas de acanto trepanadas que acogen en el centro del
molinillo una serie de flores de ocho pétalos, muy parecido al que podemos ver
en la iglesia cántabra de Santa María de Piasca, aunque éste de mucha mejor
talla y calado.
Ermita de Santa Eulalia
Barrio Santa María
Esta ermita de Santa Eulalia que se ubica
en un pequeño cerro cercano al pueblo de Barrio de Santa María en la
actualidad no tiene culto. Presenta una planta sencilla de una sola nave
rectangular, ábside semicircular precedido del correspondiente presbiterio
recto y una pequeña espadaña de una tronera que tiene trazas de ser posterior y
que está situada en el hastial occidental de la ermita. Está construida casi en su totalidad en buena
sillería de piedra arenisca.
El ábside, de notable calidad escultórica, se divide en tres calles
por medio de dos columnas entregas coronadas por capiteles. En cada una de estas calles se abre una
espectacular ventana abocinada decorada con arquivoltas de medio punto de
baquetones y medias cañas a las que cubre un guardapolvo. Descansa el conjunto en dos columnas con sus
cimacios y capiteles de bellísima ejecución.
En estas ventanas es donde se concentran los elementos escultóricos
más notables. La de la derecha situada al lado norte del ábside se decora con
dos capiteles; el derecho con la representación de las figuras de Adán y Eva,
una a cada lado del árbol en el cual se enrosca la serpiente. El izquierdo presente un motivo vegetal de
hojas muy carnosas rematadas con acantos.
En la ventana que se abre en la calle central del ábside el
guardapolvo está decorado con bolas acordonadas. Tiene un pequeño tímpano polilobulado rodeado
por puntas de diamante en el que aparece un ángel con las alas
desplegadas. Rodea al tímpano una banda de ajedrezado y los capiteles están decorados con simples de
motivos vegetales.
La ventana de la calle sur lleva dos buenos capiteles figurados en
donde podemos ver dos arpías macho barbadas y afrontadas cubiertas con gorros frigios, el del
lado izquierdo, mientras que el derecho lleva representados a dos animales, un
grifo atacando a un león.
La portada se abre de forma poco habitual en el muro norte y se
articula por medio de cuatro arquivoltas apuntadas decoradas con simples
baquetones y medias cañas en las que en algunas vemos motivos de ovas y se apoyan en dos
columnas exentas y dos semicolumnillas a cada lado, coronadas por cimacios
decorados con hojas de palmas entrelazadas y capiteles también con decoración
vegetal. La puerta de acceso aún
conserva casi todos los herrajes de su época medieval.
En los muros interiores de la nave podemos contemplar unas pinturas, en especial en su cabecera, donde vemos en la bóveda del ábside un
Pantocrátor en mandorla al que flanquea el
Tetramorfos. En el presbiterio
se reproducen escenas relacionadas con el infierno que representan a varios demonios
arrojando de cabeza a una caldera sobre el fuego a los condenados, mientras otros
atizan el fuego con un fuelle.
Santa Cecilia de
Aguilar de Campoo
La ermita de Santa Cecilia, ubicada en Aguilar de Campoo nos ofrece
una bella estampa al estar situada en la ladera del castillo.
Sus orígenes son muy confusos, si
bien es cierto que en el segundo tercio del siglo XI ya aparece citado el
barrio de Santa Cecilia de Aguilar en un documento de donaciones de la condesa doña Ofresa.
Este templo parece que fue construido entre la segunda mitad del
siglo XII y las primeras décadas del XIII y seguramente sería la parroquia del
barrio citado anteriormente que era un pequeño núcleo de la villa al abrigo del
castillo. A mediados del pasado siglo la ermita fue sometida a una gran
restauración.
El edificio es una construcción de tres naves rematadas al este con
una cabecera de testero plano, que no
sería el original, ya que con toda probabilidad debió sustituir a un primitivo
ábside semicircular. En el lado norte de
esta cabecera plana se abre una ventana de dos arquivoltas de
medio punto que apoyan sobre columnas con capiteles decorados con motivos
vegetales.
La portada principal se abre en el muro sur en un cuerpo
adelantado y cobijada bajo un tejaroz
apoyado en canecillos lisos sin ninguna decoración. Tiene cuatro
arquivoltas bastante apuntadas decoradas todas ellas con baquetones y medias cañas que
descansan sobre un ábaco, bajo el que vemos capiteles vegetales decorados a base
hojas carnosas con volutas. Las arquivoltas se cubren con un guardapolvo de la
misma decoración.
La torre campanario es uno de los elementos más destacados de la iglesia levantado sobre el lugar donde se situaría originalmente el ábside de la nave sur. Quizá se trate de uno de los mejores ejemplos
de torres cuadradas de toda Castilla.
Se alza por medio de tres cuerpos muy sólidos; el primero es macizo
y solo abierto por alguna pequeña aspillera.
En el segundo cuerpo se abre una ventana románica en cada lado, mientras
de en el cuerpo superior podemos ver en cada lienzo una ventana ajimezada de
gran abocinamiento, compuesta por arquivoltas de medio punto que descansan en
columnas acodilladas, dos en los laterales y tres en el ajimez. Sobre estas columnas vemos siete capiteles
decorados con motivos vegetales
Cuando pasamos al interior podemos contemplar el arco triunfal de
ingreso al presbiterio, apuntado y doblado, descansa sobre capiteles de los que el del lado de la epístola
lleva decoración vegetal con grandes hojas de acanto con las puntas vueltas sobre las que vemos unas piñas, y su cimacio se pueden ver varias arpías.
El capitel del lado del evangelio representa la escena de la Matanza de los Inocentes. Vemos una escena corrida en las caras
visibles del capitel, donde aparecen cinco soldados con cota de malla y espadas
ejecutando a los niños ante la presencia de sus madres.
En un ángulo de la cesta aparece
la figura de Herodes; con corona, vestido con túnica y que mientras con el dedo
índice de su mano izquierda ordena que se ejecute a los inocentes, con la mano
derecha clava su espada en el costado de uno de los niños.
Monasterio de Santa María
la Real de Aguilar
Las primeras noticias que tenemos sobre el Monasterio de Santa María la Real de Aguilar se remontan al año 1020, que aparece citada en el Cartulario Aguilarense una comunidad dúplice que con el tiempo iría acumulando riquezas y heredades durante todo el siglo XI gracias a las donaciones con que fue beneficiado, sobre todo por parte de la Condesa Ofresa. Este monasterio funcionó como comunidad cluniacense hasta el año 1169 en que fue cedido a Santa María de Retuerta por el rey Alfonso VIII.
Vivió su época de mayor esplendor durante el siglo XIII, cuando se construye el claustro, la sala capitular y la iglesia abacial, que sabemos que fue consagrada en el año 1222 por el obispo de Burgos Marcelo. Es a partir del siglo XIV cuando el monasterio iniciaría su declive, hasta que en el siglo XIX quedó totalmente abandonado por la desamortización de Mendizábal
En las últimas décadas del siglo XIX, una buena parte de sus más valiosos elementos artísticos fueron rescatados de la maleza y los escombros para ser trasladaos al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, gracias a lo cual aún tenemos la suerte de poder admirar.
Lo que podemos ver hoy de este Monasterio de Santa María la Real, es el resultado de una construcción original levantada a finales del siglo XII y que duró hasta las primeras décadas del XIII y que a lo largo del tiempo ha ido sufriendo diversas modificaciones y ampliaciones.
En origen la iglesia contaría con cuatro puertas de acceso, de las que tres estarían en el muro sur que comunicarían las naves con el claustro y una cuarta que hoy podemos ver en el hastial occidental bajo la enorme espadaña. Esta portada se abre por medio de tres arquivoltas de medio punto decoradas con baquetones y medias cañas y cubiertas por una chambrana con la misma decoración.
Descansan estas arquivoltas sobre dos columnas acodilladas a cada lado y la más interior sobre la pilastra de entrada. Los capiteles se decoran con unos simples motivos vegetales.
Por encima de la portada vemos un elegante ventanal de claro estilo cisterciense, coronándose la fachada con la monumental espadaña entre dos contrafuertes y rematada a piñón. Se compone de dos cuerpos en los que se abren las troneras para las campanas; en el primero podemos ver cuatro vamos apuntados y uno en el segundo.
En el ala sur de la iglesia podemos ver el claustro de forma cuadrangular con cuatro galerías cubiertas con bóvedas de crucería. Cada una de estas pandas se abre al jardinillo central por medio de grupos de tres arcos de medio punto.
Los arcos de las galerías descansan en capiteles decorados, algunos son en torno al año 1180 y otros vemos ya con clara influencia cisterciense donde aparecen acantos, roleos, cestería, aves y cuadrúpedos, que serían grabados en el siglo XIII, Algunos ya están totalmente deteriorados y han sido sustituidos por sencillos bloques de piedra.
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